Hay algo mágico en las bibliotecas. Puede ser el hecho de que es un edificio construido en 1914, antes que naciera mi padre, antes que mi abuelo viniera en el barco. Pueden ser aquellas historias que contiene, que transportan a uno a infinitos universos. Pueden ser los vecinos que recorren su interior año tras año, que juntan plata entre todos para mantenerla. Cualquier razón que sea, cada vez que paso por esa esquina, una sensasión rara, fantasiosa, mágica se apodera de mi. La misma sensación que vivía cuando leía Harry Potter bajo mis sábanas con una linterna en la noche, cuando escondía los libros abajo del banco en la escuela y pretendía estar leyendo la tarea.
Realizar este trabajo me permitió detenerme en este espacio, y observar detenidamente aquel edificio pintado. Las personas que lo transitan, y también aquellos que no voltean ni a verlo. Estoy agradecida de ser una de las personas que si voltea.
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